¿GRASAS SATURADAS, BUENAS O MALAS?

Las grasas conforman el reservorio de energía más importante del organismo. Además de desempeñar funciones inmunológicas, estructurales y fisiológicas. En forma de alimentos aportan 9 kilocalorías por gramo, y transportan vitaminas liposolubles. Dentro de ellas se encuentran los ácidos grasos saturados, poliinsaturados y trans (1).

Es conocido que los ácidos grasos saturados (Grasas saturadas) se asocian con incrementar el colesterol LDL, y Total en plasma. Esta modificación en el perfil lipídico implica un riesgo de infarto de miocardio o de muerte por enfermedad coronaria. Así mismo se ha asociado al incremento del IMC, desarrollo de Obesidad, aparición de esteatosis hepática y resistencia a la insulina. Por lo que ha demostrado un impacto negativo para la salud (1).

Pero los temidos ácidos grasos saturados (grasa saturada) se producen internamente por el mismo organismo, y a la vez se encuentran en algunos alimentos. Ejemplo: productos animales como queso, leche, carnes, pero también en el coco, palma y cacao (1,2).

Sin embargo últimamente se ha incrementado y recomendado por diversas fuentes el consumo de aceite de coco. ¿Pero qué tan definidos se encuentran sus beneficios o en qué se basan las recomendaciones?

Por mencionar uno de ellos, debido a que el aceite de coco se compone en 90% en grasas saturadas, pero la mitad de ella contiene ácidos grasos de cadena media, como el ácido laúrico, mirístico y esteárico (3), es que se aprecia la diferencia con las grasas saturadas provenientes de los productos animales. Se han realizado algunos estudios y ensayos en los que se menciona que al ser sometido al calor de la cocción no se convierte en grasas trans. Se le atribuye también que un consumo de 30 ml/día por 12 semanas, ha mostrado reducir IMC y circunferencia de cintura en mujeres con obesidad (4), así como ha demostrado contener fenoles, en hasta 29 mg por 100g de aceite extra virgen de coco, los cuales se asocian con efectos antioxidantes y antiinflamatorios (5).

Sin embargo, pese a los prometedores beneficios del aceite de coco los mismos estudios realizados refieren que aún se requiere de mayor investigación,  estudios con mayor rigor metodológico como cohortes longitudinales que evalúen los efectos a largo plazo, mayor cantidad de ensayos realizados en humanos que evalúen el uso de este tipo de grasas en personas con enfermedades cardiovasculares y en combinación con fármacos o ejercicios (4,5).

Por tanto, hasta lograr resultados comprobados en su totalidad, lo recomendable sería mantener las recomendaciones de la OMS, la cual es: un consumo máximo del 7% de grasas saturadas del total de la grasa ingerida en la dieta diaria (6).

Claudia Cristina Carrión Díaz. CNP: 7206

NUTRICIONSITA

REFERENCIAS BILIOGRÁFICAS

  1. Constanza C., Cabezas C., Hernández B., Vargas M. Aceites y grasas: efectos en la salud y regulación mundial. Rev. Fac. Med. 2016; 64(4):761-8.
  2. The Ceylon Medical Journal. Coconut fats. 2006;51(2).
  3. Boateng L., Ansong R., Owusu WB. & Steiner-Asiedu M. Coconut oil and palm oil’s role in nutrition, health and national development: A review. Ghana Med J 2016; 50(3):189-196.
  4. Eyers L., Eyers M. F., Chisholm A. & Brown R.C. Coconut oil consumption and cardiovascular risk factors in humans.. Nutrition Revieuws 2016;74(4):267-280.
  5. Samuel Babu A., Kumar Veluswamy S., Arena R., Guazzi M. & Lavie C.J. Virgin coconut oil and his potential cardioprotective effects. Postgraduate Medecine. 2014;126(7).
  6. Ribeiro/ Braz. J. Surg. Clin. Res. The scientific truth about a super functional food denominated coconut oil. BJSCR. 2017;18(3):143-15